Padre – Hijo – Padre

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Mis amigos de El Pez en la Luna me pidieron que escriba un artículo sobre la figura del padre. Hace poco más de un mes que mi papa partió a mejor vida. Así, decidí aprovechar esta oportunidad para reflexionar acerca de la experiencia con mi papá y transmitir algunas ideas de la relación que construimos juntos, y que ahora son parte de los fundamentos que me sostienen.  Creo que puede servirles para sentir y entender un poco más sus relaciones Padre-Hijo.

Hoy día siento con más claridad los frutos de su constante y cariñosa compañía a lo largo de mi vida. En todos estos años él me inspiró al verlo disfrutar tanto las cosas que hacía. Igualmente, regó la semilla de mi creatividad pues fueron infinitas las veces que cocinamos juntos,  compartimos poesía, que lo escuché cantar y tocar cajón en fiestas, en el día a día. Así era mi papá, un ser que derrochaba alegría y que encontró en el humor la forma perfecta para relacionarse con el mundo y los otros. Me enseñó que la alegría es tan importante como la comida, el agua, el aire, que es el condimento de la vida.

Mi papá me enseñó el poder de la decisión. Recuerdo tantos episodios en los que yo me encontraba dubitativo y su respuesta era siempre la misma: “No te hagas tantas bolas, ¡Decide!”. Al principio eso me molestaba mucho, pero luego comprendí que ante una situación de duda lo mejor que podemos hacer es decidir, porque la decisión, sea cual sea, nos da la fuerza necesaria para emprender los caminos que queremos seguir.

Mi papá fue un hombre que vivió con el corazón abierto y en sus manos. Todo lo que hacía estaba revestido de su inconfundible pasión. Con él, pude aprender a vivir apasionadamente y a ponerle amor a todo lo que hago. Aprendí que uno debe seguir sus sueños y atreverse a vivir la vida que  anhela en lo más profundo de su ser. Me enseñó a ser valiente, a salir a descubrir el mundo, a confiar en mí mismo, en los demás y en Dios.

Algo que siempre le agradeceré, es que con su ejemplo aprendí a respetar profundamente a las mujeres.

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Finalmente, mi papá también me enseñó a ser padre. Me permitió cuidarlo en los últimos meses de su enfermedad, confió en mí y dejó que lo guíe en los últimos pasos sobre esta tierra. Ese cambio de rol despertó en mí una confianza absoluta en la vida, y me llenó de mucha valentía. A través de todo lo vivido he podido interiorizar los principales valores que mi padre me transmitió sobre la paternidad y los hombres, y que ahora se reflejan en mis actos. Siento claramente que mi padre vive en mí ahora. Te estoy eternamente agradecido Papá.

 

Diego Graña León
Psicólogo – MA en Educación Intercultural, Director de la Carrera de Psicología de Universidad San Juan Bautista y Amigo Pez.

 

 

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